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Bij het zien van zijn lichaam (Contemplando su cuerpo) es un poemario de 44 sonetos dedicado a la corporalidad. Mientras a nuestro alrededor las personas enferman y mueren, entre quienes siguen sanos la necesidad de amor y sexo no parece sino hacerse más intensa. Tal vez sea la desesperación, disfrutar antes de que sea demasiado tarde, o bien las ganas de vivir. Probablemente, ambas cosas al mismo tiempo.
El traductor Diego Puls ha traducido al español ocho sonetos de ese poemario.
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S. (n.º 8)
Timbre, nervios, pasos, puerta abierta,
hola, calor en un pasillo sucio, tanto
que él, en calzoncillos solo, guiña un ojo
y yo, agarrotado, pienso
por amor del cielo cómo has podido señor mío
estos brazos de bronce, estas piernas de cobre,
estos rizos alrededor de unos ojos que rogando
se funden y luego esa risa ávida y falsa.
Tomas una copa, mientes, escuchas,
te compenetras, tocas, paso atrás, y entonces
en el momento justo, con timidez fingida,
mirada fija y susurro: «Botín, presa, víctima».
Muy pronto y deprisa se dobla el metal, nace
el asco, desaparece el deseo, me maldigo.
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